Lavados nasales, en bebé y adulto, ¿qué es y cómo hacerlo?

Lavados nasales, respirar sin obstáculos

Una de las mejores formas para despejar una obstrucción nasal y mantener una adecuada humedad e higiene, tanto en bebés como en adultos, son los lavados nasales mediante soluciones fisiológicas de agua de mar.

La obstrucción de la nariz es un problema muy común que entorpece la acción de respirar y es el motivo por el que muchas personas, de cualquier edad, sufren molestias periódicas e incluso de forma crónica. Como otras funciones vitales, la respiración se produce de forma automática, y en condiciones normales no somos conscientes de ella hasta que algo frena el libre paso del aire.

La obstrucción nasal puede tener múltiples causas, desde un simple resfriado hasta la sequedad o polución del ambiente, y una de las mejores formas para despejar y mantener una adecuada humedad, higiene y calidad respiratoria son los lavados nasales mediante soluciones fisiológicas de agua de mar.

Existe un amplio consenso científico sobre los beneficios de los lavados nasales. Con una correcta utilización, los lavados nasales carecen, además, de efectos no deseados, por lo que, como asegura el Dr. Joan Montserrat i Gili, jefe clínico de la Sección de Rinología del Servicio de ORL del Hospital de Sant Pau, en Barcelona, «no hay ninguna limitación de edad para el lavado nasal». En el bebé y en el anciano los lavados nasales aportan un beneficio añadido, en unos por la inmadurez de su aparato inmunológico y respiratorio, y en otros por los problemas que acarrea el deterioro de los tejidos debido al envejecimiento.

Los lavados nasales ayudan a despejar y mantener una adecuada humedad, higiene y calidad respiratoria. Clic para tuitear

La mucosa nasal forma una barrera protectora de nuestras vías respiratorias y está expuesta a las infecciones y a la agresión de numerosos agentes perjudiciales que flotan en el ambiente del exterior y en la contaminación en casa. El resfriado común, la gripe o las alergias suelen estar con frecuencia detrás de la inflamación de la mucosa nasal y del consiguiente exceso en la producción de moco que nos impide respirar bien.

Otras veces, la obstrucción nasal se debe al padecimiento de ciertas patologías que afectan a la función respiratoria y a su tratamiento con determinados fármacos, como los corticoides, que favorecen la sequedad de la nariz, o bien puede llegar como consecuencia de una intervención quirúrgica a causa de un golpe en la nariz, para la corrección del tabique nasal o para la extracción de pólipos.

Como explica el Dr. Joan Montserrat, «el lavado nasal está indicado en la higiene normal de la nariz, en la rinitis de cualquier tipo, tanto la que produce la típica rinorrea o exceso de mucosidad como la rinitis seca, situaciones que producen sequedad nasal ya sea con o sin formación de costras, y siempre que hay una cura posoperatoria debido a que se ha realizado una cirugía nasal o de senos paranasales».

Para ello, las soluciones fisiológicas de agua de mar, además de la higiene de la nariz, favorecen la hidratación de la mucosa mediante la absorción de minerales y oligoelementos del plancton marino.

Los senos paranasales son unas cavidades que sirven para acondicionar la temperatura y humedad del aire que respiramos antes de que pase al interior. Esas cavidades sinusales están igualmente recubiertas por mucosa y comunicadas con las fosas nasales, con las que forman una unidad. Se habla de infecciones nasosinusales o rinosinusitis cuando todo el conjunto se ve afectado.

Si la mucosa nasal es una primera línea de lucha para frenar la entrada de los gérmenes, productos irritantes y suciedad hacia los pulmones, se entiende fácilmente la importancia de mantener esos tejidos en las mejores condiciones para que puedan cumplir bien su cometido. En este sentido, los lavados nasales han demostrado su utilidad no solo para aliviar la congestión nasal mediante el arrastre mecánico del exceso de humedad y de las partículas nocivas atrapadas en el moco, sino también como un buen método preventivo para quienes los han incorporado a su rutina higiénica diaria.

Para aplicar los lavados nasales clásicamente se han venido utilizando sistemas como la pera de goma o la jeringa, que hoy parecen cosa del pasado en comparación con los dispositivos actualmente disponibles que facilitan la aplicación correcta de los lavados.

Dañar la delicada estructura interior de la nariz, ya sea por un roce involuntario o por aplicar una excesiva presión con la jeringa, es un riesgo que se evita con el uso de los modernos dispositivos que realizan el lavado nasal por microdifusión, disponen de unas boquillas adaptadas a la anatomía de la nariz del niño y del adulto, y tanto la dosis como la presión están controladas en cada aplicación. Esto facilita la tarea con niños (también con algunos ancianos) que se muestran poco dispuestos a colaborar.

Lavados nasales, en bebé y adulto, ¿qué es y cómo hacerlo?

Lavados nasales con agua de mar y suero fisiológico

Se emplean dos tipos de soluciones para el lavado nasal. La clásica es el sérum o suero fisiológico, que es una solución al 0,9% de cloruro sódico en agua estéril. Actualmente el lavado nasal puede hacerse con un producto natural como el agua de mar, que es también una solución con el 0,9% de sal y se obtiene directamente del mar por filtración, con una interesante diferencia respecto al suero: el agua de mar conserva los oligoelementos y minerales que están presentes en las aguas marinas, y se ha visto que aportan beneficios a la mucosa nasal.

En opinión del Dr. Joan Montserrat, «las aguas de mar, respecto al sérum, incorporan una serie de oligoelementos que tienen una capacidad demostrada como antiinflamatorios locales. Es evidente que el paciente con cualquier tipo de rinitis, tanto la que produce un exceso de mucosidad como la rinitis seca, mejoran siempre con el agua de mar no solo por la capacidad de limpieza sino también por las propiedades intrínsecas de los oligoelementos».

Para su uso farmacéutico, el agua de mar se obtiene directamente por filtración en determinadas localizaciones y está enriquecida con oligoelementos (cantidades muy pequeñas) propios del entorno marino, como el cobre, con capacidad antiinflamatoria y contra la proliferación de las bacterias; el manganeso, que tiene un efecto antialérgico; la plata, con efecto antiiséptico; el potasio; el calcio y otros.

Los lavados nasales se pueden hacer con suero fisiológico (sérum), o agua de mar la cual aporta mayores beneficios a la mucosa nasal. Clic para tuitear

El suero fisiológico se presenta en grandes envases, con el riesgo de contaminación por las sucesivas extracciones con jeringa o cuentagotas, y en ampollas de un solo uso.

Las aguas de mar se pueden encontrar en espray, con diferentes presentaciones según su uso y edad. Disponen de boquillas adaptadas anatómicamente, con un tope blando de seguridad para bebés y niños pequeños, y permiten la aplicación de una cantidad predeterminada a una presión controlada.

En cuanto a mujeres embarazadas y/o en periodo de lactancia no existe contraindicación; al contrario, debe favorecerse su uso en embarazadas para aliviar estados de congestión nasal frecuentes debido a rinitis hormonal o gestacional.

El Dr. Joan Montserrat recomienda que se utilicen habitualmente a baja presión, ya que aplicar una presión excesiva podría irritar la mucosa, pero aplicando un volumen importante.

Se recomienda utilizar aguas de mar a baja presión cuyo sistema de administración sea por microdifusion (fina pulverización) y no por chorro.

Para grandes congestiones, hay una presentación de agua de mar hipertónica, con una mayor concentración de cloruro sódico, que tiene una mayor capacidad de descongestión gracias a un proceso natural de ósmosis.

En casos de rinosinusitis y rinitis alérgica, existe solución fisiológica de agua de mar con manganeso, que, como ya mencionamos, posee efecto antialérgico añadido.

Suavidad con el bebé durante el lavado nasal

La frecuencia respiratoria de un bebé, unas 40 veces por minuto, duplica prácticamente la de un adulto. Al principio, los bebés solo disponen de sus pequeñas y abiertas fosas nasales para introducir el oxígeno vital puesto que no saben respirar por la boca, algo que solo empiezan a aprender a partir de los seis meses.

Desde el primer día en el recién nacido, y de ahí en adelante, el lavado nasal es una excelente opción que hay que aplicar con las debidas precauciones.

Los más pequeños no saben limpiarse y la sequedad de la mucosa favorece la aparición de infecciones que, en ellos, derivan con mayor frecuencia en complicaciones. Anatómicamente, la Trompa de Eustaquio en el bebé y el niño pequeño es más corta y está en una posición más horizontal, ya que su aparato respiratorio no alcanza madurez hasta los nueve o diez años. Por tanto, la comunicación entre nariz y oído del bebé es más fácil y hay un riesgo mayor de que el moco, si no se controla la presión de lavado que se ejerce en la nariz, pase de una cavidad a otra y acabe produciendo una otitis.

Lo más importante en el lavado nasal del bebé es aplicar una presión muy suave. Si se realiza con suero fisiológico, hay que dejarlo caer gota a gota. En el caso de los espráis para el lavado nasal con agua de mar, la presión ya está regulada, pero es aconsejable utilizar el sistema de microdifusión en lugar del chorro. Hay que reclinar al niño con la cabeza extendida hacia un lado y aplicar el lavado en el orificio que queda arriba para que la gravedad trabaje a nuestro favor, y cambiar del otro lado para repetir la operación.

Es conveniente hacerlo antes de la lactancia y antes de dormir.

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