Alergia al huevo: una complicación reversible
La alergia al huevo es una reacción adversa relacionada con su ingestión. Se presenta cuando el organismo produce un anticuerpo, la inmunoglobulina E (IgE), dirigida contra una sustancia que actúa como alérgeno, en este caso el huevo. En general, los individuos alérgicos al huevo reaccionan principalmente a la ingesta de la clara. Aunque la yema de huevo tiene diversas proteínas, la clara contiene los alérgenos mayores.
El huevo y sus proteínas pueden estar presentes en diferentes productos de bollería, purés, caldos preparados…, sin olvidar los cereales, los fiambres, el vino o las patatas fritas, e incluso estar ocultos en una infinidad de alimentos como elementos secundarios.
Es un alimento de uso tradicional y muy nutritivo, que consumimos desde una edad muy temprana en una gran variedad de alimentos. Así, junto con la leche, es el mayor causante de alergia entre los menores de 5 años, estimándose una prevalencia que oscila entre el 0,5 y el 2,7% de la población general en los primeros años de vida, y un 16% de las alergias alimentarias en España. Además, entre los motivos de consulta por alergia alimentaria, el huevo es la causa del 44% de las consultas en los menores de 5 años y de sólo el 10% en los mayores de 5 años.
A pesar de que remite en 2 de cada 3 pacientes antes de que cumplan los 5 años de edad, la sensibilización al huevo puede traer consecuencias graves y, además, contribuir al desarrollo de otras patologías, como el asma. Por ello, es importante realizar un buen diagnóstico, para realizar una adecuada dieta de evitación, y tanto los pacientes como los familiares deben estar entrenados en el reconocimiento de las reacciones graves y la actitud a seguir en el caso de ingestión accidental, contando con la ayuda del médico especialista.
Causas y síntomas de la alergia al huevo
El huevo en sí mismo no supone una amenaza, pero cuando alguien es alérgico a este alimento su cuerpo considera que sí lo es, y su ingesta resulta peligrosa. El sistema inmunológico de las personas alérgicas al huevo, como en otras alergias alimentarias, reacciona de forma desproporcionada a sus diferentes proteínas (de las cuales, las más alergénicas suelen ser las de la clara). Se produce en las personas que tienen anticuerpos específicos del tipo IgE para este alimento, que a su vez desencadenan la liberación de sustancias químicas dentro del organismo. Éstas son responsables de las manifestaciones más o menos graves de la reacción alérgica de cada persona.
Antonio Ramírez, alergólogo, responsable de la Unidad de Alergia Alimentaria del Hospital Universitario «Virgen Macarena» de Sevilla, afirma que «estas manifestaciones clínicas pueden aparecer desde los pocos minutos tras la ingesta, hasta horas después de ésta, y pueden ser muy variadas tanto en forma como en gravedad». Los síntomas son los siguientes: hinchazón de labios, lengua, boca y garganta, urticaria y, en los casos más graves, dificultad respiratoria, dolor abdominal, vómitos, diarrea, mareo, pérdida de conocimiento, hipotensión, dificultad respiratoria… El conjunto de 2 o más de estos síntomas más graves, que pueden llegar a comprometer la vida del paciente, es lo que se denomina reacción anafiláctica o anafilaxia.
¿Cuándo acudir a un alergólogo?
Si se sospecha o ya se han dado síntomas de alergia al huevo, lo más indicado es ponerse en manos de un alergólogo, que valorará el cuadro clínico y realizará las pruebas oportunas para confirmar el diagnóstico. Para ello, preguntará, entre otros aspectos, con qué frecuencia se producen estos episodios, cuáles son los síntomas, cuánto tarda en producirse la reacción después de la ingesta, y si existen otros familiares con alergias u otras patologías respiratorias, como el asma.
La confirmación del diagnóstico se realiza a través de las pruebas cutáneas con huevo y sus fracciones (prick test), que consisten en poner en contacto con la piel del paciente –habitualmente en el antebrazo– unas gotas con clara y los diferentes extractos de las proteínas principales del huevo, mediante una pequeña punción en la epidermis. A los 15 minutos se mide el tamaño de la pápula aparecida para cada punción, en caso de ser positivas. Posteriormente se realiza una analítica de sangre para determinar los valores de IgE específica para cada proteína.
En ocasiones es necesario añadir una prueba de exposición bajo control del médico especialista y en un centro sanitario adecuadamente preparado, que confirmará o descartará la alergia. Esta prueba consiste en ingerir dosis ascendentes de huevo, generalmente la clara, y valorar la respuesta alérgica o la tolerancia al mismo. Mediante ella se ha observado que el huevo cocido es menos alergénico que el crudo, y práctica habitual realizar provocaciones por separado de clara cocida y clara cruda. Muchos niños toleran el huevo cocido, pero mantienen su alergia a huevo crudo. Se trata de una prueba de riesgo que está contraindicada en algunas situaciones, como en los pacientes con antecedentes de reacciones previas graves, así como en mujeres gestantes, afirma el doctor Ramírez.
Según los estudios actuales, se recomienda hacer un seguimiento de la evolución de las pruebas cutáneas y de laboratorio frente a las proteínas de huevo cada año, para conocer el grado de sensibilización y programar pruebas de provocación, si el alergólogo lo considera oportuno, para evaluar la posible instauración de tolerancia.
Prevención a la alergia al huevo
Si se confirma el diagnóstico de alergia a las proteínas de huevo, el tratamiento principal es la evitación estricta de su ingesta y los alimentos que lo contienen. El huevo es una importante fuente de proteínas, e incluirlo en una dieta variada y bien equilibrada proporciona ventajas nutricionales y de salud. Por su alto contenido en hierro, tradicionalmente su consumo se ha recomendado en las etapas de crecimiento o en personas con necesidades fisiológicas especiales. Pero lo cierto es que su alta capacidad de aporte biológico es fácilmente sustituible por otros alimentos, como la carne, los lácteos, los pescados o la combinación de legumbres y cereales. Las vitaminas liposolubles también las encontramos en el aceite de oliva crudo, los derivados lácteos enteros o en frutos secos, como las almendras, los piñones o las nueces.
Actualmente en el mercado existen preparados comerciales sin huevo que permiten preparar tortilla, rebozado o postres. De todas formas, la única manera de evitar el huevo en la dieta es estar siempre atentos al etiquetado de los productos. La normativa de la Unión Europea obliga a los fabricantes a informar a los consumidores acerca de si los alimentos contienen trazas de huevo o derivados.
El huevo se utiliza como aditivo alimentario y puede encontrarse como alérgeno oculto, pero en estos casos la etiqueta debe hacer siempre una clara referencia a la palabra «huevo» en la composición. A pesar de ello, es importante destacar que existen otras denominaciones que también indican su contenido, como albúmina, coagulante, emulsificante, globulina, lecitina o E-322, livetina, lisozima, ovoalbúmina, ovomucina, ovomucoide, ovovitelina, vitelina o E-161b (luteína, pigmento amarillo)…
Es muy importante que el paciente –y su entorno en el caso de los niños (familia y colegio)– tome mucha conciencia sobre la prevención y la vigilancia. Si la dieta se realiza correctamente, la alergia infantil al huevo tiene buen pronóstico y muchos niños desarrollan tolerancia en un periodo entre 2 y 6 años (en los últimos estudios publicados se habla de obtención de tolerancia de un 55% con una media de edad de 6 años).
A pesar de ello, algunos pacientes no lo consiguen y se les diagnostica una alergia persistente. En estos casos, ante la necesidad de modificar el curso de la enfermedad, en los últimos años se han desarrollado protocolos médicos de desensibilización a diferentes alimentos, entre ellos el huevo. Sin embargo, su realización no está libre de riesgos y debe llevarse a cabo en centros especializados y por personal entrenado.
El tratamiento de desensibilización al huevo
El tratamiento de inducción de tolerancia oral, o desensibilización al huevo, consiste en administrar pequeñas cantidades de huevo (generalmente la clara) al paciente de forma pautada y bajo control del médico especialista, hasta llegar a un nivel de tolerancia satisfactorio, total o, en su defecto, con un aumento del umbral de tolerancia en pacientes con alergias persistentes, de forma que puedan llevar una dieta con las mínimas restricciones. El tratamiento empieza habitualmente en el hospital, donde se proporcionan dosis ascendientes del alimento, hasta comprobar la tolerancia a una dosis máxima preestablecida. El paciente ingerirá diariamente esta cantidad máxima de clara de huevo en casa para regresar más o menos una vez por semana al centro, y realizar un nuevo ascenso de dosis.
Aunque el protocolo varía en función de los hospitales y la respuesta de cada paciente, lo normal es que el proceso dure meses. En general, se trata de un tratamiento difícil de seguir, porque para el paciente supone buscar los límites y exponerse, en algunas ocasiones, a reacciones adversas, de mayor o menor gravedad, inherentes al proceso.
También explica nuestro experto que «cabe señalar que no está indicado en todos los casos, y aunque el objetivo es desarrollar una tolerancia completa del alimento, que consiguen más del 90% de los pacientes, los especialistas se dan por satisfechos si se llega a un nivel parcial, porque el nuevo estado mejora la calidad de vida (al conseguir una dieta con menos restricciones) y disminuye el riesgo de reacciones graves». A pesar de todo, algunos pacientes no sólo no mejoran, sino que pueden presentar reacciones adversas graves en alguna de las fases del protocolo, habitualmente en las de inicio.
La inducción de tolerancia oral a alimentos, o desensibilización, es un tratamiento en fase de desarrollo sobre el que se está investigando, que en la actualidad se realiza solamente en determinados centros y siempre bajo supervisión de un alergólogo especializado en esta técnica. «Los protocolos son variados y van evolucionando. La experiencia sobre el tratamiento está mejorando los resultados», indica el doctor Ramírez.
Actuar ante una crisis de alergia al huevo
A veces se produce una ingesta accidental de huevo y/o sus productos derivados en pacientes alérgicos a éste, lo que podría desencadenar una reacción adversa de diferente intensidad. En estos casos, resulta vital actuar con rapidez, especialmente cuando la reacción alérgica es grave, ya que de esta forma mejora la eficacia del tratamiento y la respuesta clínica del paciente.
En caso de que la alergia haya sido diagnosticada previamente por el alergólogo, el paciente deberá ser portador de la medicación que tiene que utilizar en caso de emergencia, así como de las instrucciones que debe seguir en función de la severidad del cuadro. Tan importante es conocer los fármacos y su modo de administración como saber identificar los síntomas iniciales de la reacción y su gravedad, tanto por parte del paciente como de los familiares. De ahí la importancia de la buena comunicación del médico con el paciente y sus familiares.
Además, a los pacientes con antecedentes de anafilaxia y con mayor riesgo de reacciones graves potencialmente mortales se les prescribe adrenalina autoinyectable (ALTELLUS o JEXT) que deben llevar siempre consigo, y se les educa para su uso correcto en caso de emergencia, así como sobre la necesidad en este caso de solicitar atención médica urgente a través del teléfono de emergencias 112.
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