Tú eres perseverante… ¡y lo sabes!
La falta de perseverancia nos deja siempre a medias, sin finalizar la tarea y con los objetivos a medias. ¡Aprende a entrenarla con unos trucos fáciles!
Las etiquetas cada vez contienen más información: describen perfectamente todos los aspectos de un producto. Nos dejan clarísima la composición, el lugar de fabricación, la temperatura a la que hay que lavar la prenda o si se puede planchar o no. La verdad es que las etiquetas son informativas y muy valiosas. Para un alimento (etiquetas nutricionales) o para una prenda de ropa son imprescindibles.
Pero tú no eres una lata de tomate frito ni una camiseta, eres una persona. A ti, las etiquetas, te perjudican. Sobre todo las que te descalifican. Yo soy esto, yo soy lo otro… Y el remate “yo soy así”.
Cada etiqueta condiciona la visión que tienes de ti mismo y lleva a comportarte conforme a la visión que tienes de ti, por lo que los demás también terminarán por tener esa visión.
Lo que tú etiquetas es lo que tú muestras y eso es lo que los demás ven. Es una cadena. Y si además le añades la cláusula de permanencia “yo soy así”,que se traduce en “genéticamente inmodificable”, apaga y vámonos. Esto te termina por condenar a la imposibilidad de cambio.
Iniciarse en un reto siempre suele motivarnos, pero no siempre somos capaces de mantener y encontrar la motivación hasta alcanzarlo. Durante el camino nos vamos encontrando dificultades, cometemos errores, nos desanimamos y en muchos casos, abandonamos. Y cuando esto ocurre buscamos en nuestro diccionario de etiquetas, encontramos la de perseverante y decidimos que no lo somos.
Y una vez que te calificas es difícil que vuelvas a enfrentarte a un reto que requiera este valor. La falta de perseverancia nos deja siempre a medias, sin finalizar la tarea.
Cómo entrenar tu perseverancia
El objetivo tiene que estar definido de forma cuantificable y depender de ti, no de forma abstracta
Un objetivo abstracto es adelgazar o comer de forma saludable. Un objetivo cuantificable y basado en lo que depende de ti sería “eliminar de mi dieta la bollería y los alimentos procesados”, “comer carne o pescado a la plancha equis veces por semana”, “reducir el azúcar a la cucharadita que le pones al café”, “realizar treinta minutos de ejercicio en días alternos”.
Estos objetivos indican qué y cuánto tienes que hacer.
Divide el objetivo en pequeñas metas
Cuando corremos una maratón no corremos 42 kilómetros, vamos corriendo tramos de cinco o de diez kilómetros. Y cada vez que completas una meta te ves más cerca del objetivo y más lejos de la salida.
Saber que vas finalizando etapas y cerrando carpetas mantendrá tu motivación. Esto es una carrera de fondo.
Prevé los obstáculos, ¿qué puede fallar?
Si te anticipas a la dificultad también puedes prepararte para tener soluciones. Utiliza la técnica del condicional “si esto ocurre…, entonces yo…”.
Si tienes ganas de tirar la toalla, haz tu mínimo
Es mejor hacer algo a no hacer nada.
Sigue apasionado
La manera de mantener la pasión con objetivos a largo plazo es visualizar cómo vas a mejorar tu vida, tu aspecto o la salud en un futuro.
Cultiva la paciencia
No respondas al impulso inmediato. Tranquilo, es pasajero. Si esperas cinco minutos, seguro que pierde fuerza. No te obsesiones con lo que no puedes picar. Acepta que tienes ganas de hacerlo y espera.
Verás cómo la fuerza del impulso se desvanece.
Recuerda lo mal que te sientes cuando abandonas
Los sentimientos de remordimiento y culpa existen por algo. Nos dicen que tomemos decisiones sobre lo que no nos gusta de nosotros.
Antes de caer en la tentación piensa cómo te sentirás después y las consecuencias, como meterte en el bucle negativo.
Trata de tener una rutina
Es la manera de que un paso nos lleve a otro. Cuando tienes una rutina, podemos anticipar lo siguiente sin tener que tomar decisiones. Y eso facilita hacer lo correcto.
Cuida cómo te hablas a ti mismo
Tus palabras son determinantes para seguir manteniendo el ánimo. “Estoy más cerca, cada vez me falta menos, estoy haciendo grandes progresos”.
Rechaza la trampa del lunes
Ni mañana ni el lunes son momentos perfectos para empezar. El momento es ahora. Retrasar, postergar, esperar el momento perfecto, van en contra de la perseverancia.
Por cierto, ¿conoces la campaña de los lunes sin carne?