Efectos negativos de la polución en tu piel, ¿cómo afrontarlos?
Nuestra piel está expuesta a la contaminación día a día demostrando ser un enemigo que afecta negativamente y que tenemos que saber cómo frenar
Lo creas o no estamos constantemente expuestos a la contaminación. De hecho, ya hay quien advierte de que empieza a tener más importancia sobre nuestra salud, cabello y piel el código postal en el que vivimos, que el genético con el que “venimos de serie”.
Es cierto que nacemos con un envejecimiento cronológico, pero no es menos cierto que la contaminación se está convirtiendo en nuestro enemigo número uno (por delante del sol y sus dañinos rayos UV). Y da igual si vives en la ciudad o en el campo, al final la polución te “atrapa”.
Aunque las grandes ciudades como Bombay, Beijing, Londres, Madrid, Los Ángeles, París y Nueva York siguen siendo las más contaminadas, vivir en el campo no te mantiene a salvo.
“La contaminación es una epidemia global, no se está quieta y viaja de las zonas urbanas a las rurales. Perjudica a un 65%-70% de las mujeres que viven en la ciudad, y a un 30-35% de las mujeres del campo”, según Miguel Sánchez Viera, dermatólogo, director médico del Instituto de Dermatología Integral, y uno de los autores del artículo “El impacto de la contaminación sobre la piel” publicado en la revista de la Academia Europea de Dermatología y Venereología.
De hecho, la combustión que producen dentro de algunos hogares rurales, los hornos de leña y las cocinas de fuego, está produciendo envejecimiento prematuro en las mujeres.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ya ha advertido que, como sigamos así, los niveles de ozono se van a multiplicar por cinco para finales del siglo XXI. Ya es una evidencia que la contaminación, junto a los rayos UV y el estrés, es uno de los factores que determina el 80% del envejecimiento.
¡Estamos rodeados!
La polución no solo está provocada por agentes exteriores como el tráfico, la incineración de residuos y basura, los incendios forestales, las instalaciones industriales, las barbacoas, la emisión de herbicidas y pesticidas, el ozono…
También producen contaminación ambiental otros agentes interiores como los disolventes, las pinturas, los productos de limpieza, el humo del tabaco, las cocinas y los hornos de leña e incluso las calefacciones antiguas.
Esto quiere decir que estamos expuestos a la contaminación siempre y, por ende, nuestra piel también. Además, la acción de los rayos ultravioleta (UV) sobre estas partículas contaminantes que tenemos sobre la piel, la convierte en más reactiva y perjudicial para la salud cutánea.
Dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono, ozono troposférico, hidrocarburos aromáticos policíclicos… Hay más de 300 agentes contaminantes que nos ayudan a responder la pregunta ‘cómo afecta la polución a nuestra piel’.
Para simplificar, la Agencia Medioambiental de EE.UU. las clasifica en dos grandes grupos: partículas en suspensión y gases. Al final las más conocidas y tóxicas son el ozono que se produce a nivel del suelo –no el de la estratosfera que es bueno y nos protege de los rayos solares-, y las partículas diesel que desprenden los tubos de escape de los coches.
¿Por qué? Estas sustancias son hasta 20 veces más pequeñas que los poros humanos y llegan a nosotros por dos vías: externa e interna (inhalación). Hasta ahora sabíamos cómo la contaminación afecta a nuestra piel por la exposición al medio ambiente, pero ahora también sabemos que nos llega una cantidad muy importante cuando respiramos.
Entonces, pasa al torrente sanguíneo a través de los pulmones y de ahí a muchos órganos, incluidas las capas más profundas de la piel, acumulándose de forma imperceptible al tratarse de micropartículas.
Ponerse una mascarilla para protegerse de la contaminación como hacen los japoneses no parece ya un esnobismo. Aunque culturalmente no estamos muy acostumbrados, puede ser una medida útil para las personas que trabajen en industrias contaminantes o vivan en ciudades muy contaminadas.
La pregunta del millón: ¿Cómo afecta la contaminación a nuestra piel?
La cuestión es que esta exposición constante a contaminantes, que nos llegan bien por contacto tópico o bien por inhalación, tiene sus consecuencias.
La exposición a los gases procedentes de la circulación y a agentes contaminantes propios del ámbito del hogar, la contaminación dentro de casa, provoca sustanciales signos de envejecimiento de la piel prematuro, tales como léntigos o manchas de envejecimiento en frente, mejillas y dorso de las manos, arrugas marcadas en el surco nasolabial y líneas de marioneta.
También provoca arrugas prematuras y más finas que se instalan en zonas siempre expuestas como manos, escote, antebrazos y debajo de las rodillas. También se experimenta pérdida de elasticidad y flacidez, discromías o cambios de coloración, y la piel adopta un tono ocre, grisáceo y apagado.
No solo eso, algunas enfermedades inflamatorias de la piel, como el acné, la dermatitis atópica, los eccemas y la psoriasis aumentan la frecuencia de sus brotes y empeoran sus síntomas por un mecanismo conocido como hiperoxidación.
En cristiano paladín: Se ha demostrado que el acné es más prevalente en lugares donde la contaminación es mayor. Uno de los motivos es que aumenta la secreción natural de sebo.
Por otro lado, las diminutas partículas en suspensión del ambiente obstruyen los poros imposibilitando la natural eliminación de grasa producida por las glándulas sebáceas, lo que da lugar a la aparición de más granos, espinillas y puntos negros.
En general, las personas que sufren alguna de estas patologías cutáneas también protagonizan una mayor inflamación, picor, sequedad, aumento en el número de vesículas y placas más extensas.
Aún hay esperanza
Lo cierto es que tenemos un sistema de reparación natural (defensas antioxidantes y enzimas reparadoras), que funciona como el antivirus del ordenador y nos ayuda a combatir los radicales libres.
La mala noticia es que solo funciona a pleno rendimiento cuando tenemos entre 20 y 30 años, porque con la edad y la exposición crónica a la contaminación nuestras reservas decaen y pierden eficiencia.
Estos contaminantes provocan tal cantidad de radicales libres, que destruyen el colágeno y la elastina estructurales, producen demasiada melanina donde no deben, y alteran el ADN de las células y las fibras nerviosas cutáneas. ¿Qué alternativa nos queda entonces? Por suerte varias.
Soluciones frente a la contaminación en la piel
A pesar de cómo afecta la polución a nuestra piel y los daños que le provoca, ¡aún hay cosas que podemos hacer y productos que nos ayudan! ¿Quieres saber cuáles son?
Limpiadores faciales suaves
Los expertos recomiendan preservar la función barrera de la piel, es decir, su manto hidrolipídico. Para lograr esto, durante la limpieza facial, es necesario utilizar fórmulas sin detergentes (Syndet), conservantes ni fragancias.
Lo más recomendable es apostar por limpiadoras con un pH similar al de la piel, es decir o neutro o ácido, ya que el alcalino altera la capa externa cutánea. También deberían incorporar sustancias naturales, como la avena coloidal y partículas micelares que limpian sin agredir.
Antioxidantes tópicos de día
Nuestras cremas deberían contener un arsenal de activos antioxidantes a alta concentración para combatir la superoxidación que provocan las sustancias contaminantes.
No basta uno, tiene que ser un cóctel para que juntos desencadenen cadenas de antioxidación en el organismo. Los antioxidantes ganadores en este jaque mate a la piel son las vitaminas C y E, los licopenos, el ácido ferúlico, la phloretina, la idebenona, el té verde, la Thiotaina y la L-Carnosina.
Estos activos multiplican por ocho la capacidad antioxidante de la piel y por cinco la vida celular.
¿Y antioxidantes orales?
Sí, pero de forma natural. Es decir podemos aportárselos al organismo a través del consumo abundante de vegetales y frutas frescas y de temporada, que son ricos en betacarotenos, licopeno y vitaminas A, C y E.
Los antioxidantes artificiales (léase suplementos) en dosis moderadas pueden ser útiles, sobre todo polypodium leucotomos, licopeno, xantinas o resveratrol, pero en exceso y sin control pueden tener un efecto contraproducente e interferir en las funciones de nuestro sistema inmune.
Por tanto, es preferible que tu despensa contenga un 70% de alimentos crudos, de origen vegetal, y a ser posible de agricultura ecológica, como pimiento, berenjena, zanahoria, tomate, ajo, cebolla, puerro, apio, cebolleta, cebollino, remolacha, repollo, rábano y nabo.
También hay que apostar por brotes y hojas tiernas de color verde intenso, como las espinacas, acelgas, lechugas, coles de Bruselas, berzas, berros, brócoli, kale, alfalfa, algas, rúcula y espárragos, por su riqueza en vitaminas antioxidantes, minerales y fibra.
Y por último, frutas y bayas cítricas –naranjas, mandarinas, pomelos, limones, limas y kiwi-, fresas, frambuesas, arándanos, grosellas, moras, maqui, asaí, goji, ciruelas y cerezas, por su capacidad para combatir los daños producidos por los radicales libres, proteger el hígado y el cerebro, y reforzar el sistema inmunitario.
Si quieres saber más, en otro artículo te explicamos los alimentos para luchar contra el envejecimiento de la piel y, si necesitas ayuda, desde Yo Elijo Cuidarme, te ofrecemos un completo servicio de nutrición online gratis donde te ayudaremos a ganar esta batalla.
Protección solar alta
Otro agente envuelto en cómo afecta la contaminación a nuestra piel es el sol. Debes proteger tu piel a diario con un protector solar de amplio espectro –anti rayos UVA, UVB, Infrarrojos y Luz Visible– que tenga un SPF 50 contra los rayos UVB, y 18 contra los UVA, y mejor si contiene filtros minerales.
Los más conocidos son el óxido de zinc y el titanio y crean una película impermeable y aislante, que se queda pegada en la piel y hace de barrera.
Retinoides de noche
Por la noche convendría utilizar una crema de noche con retinol o derivados de la vitamina A, ácido glicólico y alfahidroxiácidos.
Estos activan la producción de colágeno y elastina, engrosan la epidermis y actúan en los procesos de renovación celular. Eso sí, necesitan prescripción médica porque a alta concentración pueden “quemar” la piel.
Fórmulas capilares detox
No te olvides de que la contaminación también daña el cabello y el cuero cabelludo. Las partículas contaminantes en suspensión se van acumulando, saturan el folículo piloso, lo asfixian y provocan inflamación de las glándulas sebáceas, además de disminuir la concentración de las proteínas que activan el crecimiento del cabello.
¿Las consecuencias? Se ocasiona una producción extra de sebo que provoca que el pelo se ensucie antes y se vuelva graso, opaco, encrespado, aparezca la irritación, el picor, la descamación, el pelo se debilite, se llegue a caer, pierda brillo y suavidad, y se vuelva fino y escaso.
Para combatir todos estos dramas los expertos aconsejan lavar y exfoliar el cabello con champús de tratamiento detoxificantes que contengan ingredientes como el piritionato de zinc, el regaliz, el extracto de moringa, el carbón activo o el extracto de clorofila, que ayudan a eliminar la grasa y la caspa y a calmar los picores. También sería bueno que contengan biotina y vitamina B5 que previenen la caída y mejoran la hidratación y el brillo.
Tratamientos antipolución
Para revertir los daños que ya haya podido causar la contaminación en tu piel todavía tienes un aliado más: los tratamientos profesionales.
Láseres fraccionales ablativos y no ablativos
Su labor es barrer toda la zona y eliminar las capas más dañadas, además de favorecer la renovación celular. Es decir, provocan que la piel forme nuevas capas sin daño acumulado.
En el caso de los ablativos la eliminación de las imperfecciones (arrugas, manchas en la piel y flacidez) es inmediata, en el de los no ablativos es necesario esperar más tiempo. De hecho se recomiendan entre 1 o 2 sesiones cuando el láser es ablativo, la piel queda enrojecida durante 24/48 horas y sufre una descamación durante 3 ó 4 días.
Con los no ablativos, sin embargo, hacen falta entre 4 y 6 sesiones, el enrojecimiento se va a las pocas horas y la descamación dura 1 o 2 días.
Precio: ablativos, desde 600 €/sesión. No ablativos, desde 180 €.
Microdermoabrasión
Es una especie de exfoliación a gran escala. Pule las capas externas de la piel mediante un cabezal que lleva incorporados microcristales de coridón o pequeñas puntas de diamante que van haciendo un “lijado” mecánico a gran velocidad.
Actúa de manera uniforme y superficial (no duele). Finalizada la sesión la piel queda enrojecida durante unas horas. En este caso es necesario realizar una sesión al mes para mantener los resultados.
Precio: desde 100 €/sesión.
Terapia Biofotónica
Se trata de poner sobre la piel un gel biofotónico y en dejar actuar sobre este una luz LED a distintas longitudes de onda. Cuando el gel recibe la energía lumínica emite una fluorescencia que penetra a nivel profundo.
Esto estimula la multiplicación celular y los procesos antioxidantes internos que nos protegen de los radicales libres. Tras el tratamiento la piel queda enrojecida y queda un moreno transitorio que dura 4 días.
Son necesarias 4 sesiones y tiene la gran ventaja de que se puede hacer en cualquier época del año.
Precio: 1.000 €.
Mesoterapia con ácido hialurónico
La realización de microinyecciones de ácido hialurónico con una aguja muy fina en el rostro, el cuello, el escote y las manos aumenta las reservas de ácido hialurónico, estimula todos los procesos fisiológicos de la piel, redensifica el tejido y consigue una piel más saludable y con un tono uniforme.
Puede quedar algo de inflamación durante unas horas en los puntos de inyección. Se recomiendan entre 1 y 3 sesiones.
Precio: desde 200 €.
Ahora que ya sabes cómo afecta la contaminación en la piel, ¡no puedes quedarte parado!
Comparte este artículo en tus redes para que amigos y conocidos puedan empezar a librarse de estos agentes contaminantes y de sus efectos en la piel.
Nosotros ya hemos empezado a alimentarnos de manera correcta y aplicar estos consejos, porque Yo Elijo Cuidarme, ¿y tú?
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