Disbiosis intestinal: ¿qué es y qué síntomas y tratamiento tiene?

Disbiosis intestinal, síntomas y tratamiento para reequilibrar tu cuerpo

Conoce qué es la disbiosis intestinal, una afección que aparece más comúnmente de lo que pensamos, sus síntomas y qué tratamientos existen para reequilibrar tu cuerpo y mejorar tu salud.

Se calcula que en España cinco millones de personas podrían padecer disbiosis intestinal y, lo peor, es que muchas nunca llegan a enterarse. Te contamos qué es, qué síntomas la delatan, cómo detectarla y cómo tratarla.

Como su propio nombre indica, está relacionada con los intestinos, por lo que su prevención y eliminación es crucial para un buen funcionamiento de nuestro interior. Porque si eliges cuidarte por dentro, te verás radiante por fuera.

¿Qué es la disbiosis intestinal?

Hace muy poco que nos hemos familiarizado con el concepto de flora intestinal. Sabemos que en nuestro intestino convive una serie de microorganismos (bacterias) cuyo equilibrio es indispensable para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Y sabemos que cada humano tiene su propio microbioma.

Pero lo que quizás no sepamos es que hay varias razones por las que este equilibrio se puede ir al traste y tener consecuencias negativas para la salud. Por ejemplo:

  • Comer mal, llevando una dieta pobre en fibra, frutas y verduras o rica en azúcar y proteína animal
  • Tomar antibióticos
  • Cambios en el pH intestinal
  • Celiaquía
  • Cualquier proceso inflamatorio
  • Una enfermedad autoinmune
  • Obesidad y sobrepeso
  • Una situación de estrés puntual o recurrente

Así lo explica Ángel Soriano Candón, dietista nutricionista y miembro de Doctoralia:

“Nuestro intestino alberga entre 50 y 200 billones de microorganismos como bacterias, hongos, levaduras, virus y arqueas. Estos microorganismos viven calentitos y tienen comida gratis. Mientras viven en armonía todo va bien. El problema viene cuando una o varias poblaciones o especies de bacterias crecen indiscriminadamente y se rompe el equilibrio”.

La disbiosis es un desequilibrio en la microbiota provocado por la superpoblación de ciertas bacterias.

¿Dónde radica el verdadero problema? En las sustancias de desecho que producen estas bacterias. Ángel Soriano nos lo explica:

“Las bacterias, como todos los seres vivos, comen y producen sustancias de desecho. Existen bacterias cuyas sustancias de desecho son vitaminas, sustancias anticancerígenas, alimento para los glóbulos blancos, etc. Sin embargo, otras bacterias producen elementos tóxicos y gases. Y ahí es dónde está el problema”.

Para hacerlo sencillo, podemos decir que una disbiosis es el desequilibrio que se produce en la flora intestinal por el sobrecrecimiento de una o varias poblaciones de bacterias y que da lugar a una serie de síntomas, tanto digestivos como extradigestivos, que restan mucha calidad de vida.

Tipos de disbiosis

Existen diferentes tipos de disbiosis como IMO (Intestinal Methanogen Overgrowth), LIBO (Large Intestine Bacterial Overgrowth), SIFO (Small Intestine Fungal Overgrowth) y LIFO (Large Intestine Fungal Overgrowth), según la zona afectada, aunque todas ellas se conocen como SIBO, que son las siglas en inglés de Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado.

Hay distintos tipos de disbiosis intestinal, pero todas tienen un denominador común: la migración de bacterias.

Y esto no es otra cosa que lo que Ángel Soriano define como “una migración de bacterias del colon hacia el intestino delgado, teniendo estas mayor disponibilidad de alimentos y generando gases y toxinas”.

Causas y síntomas de la disbiosis intestinal

Causas principales de la disbiosis intestinal

La disbiosis es multifactorial, pero es cierto que algunos factores pueden desencadenarla más que otros. Por ejemplo:

  1. La disminución en la secreción de ácido gástrico (hipoclorhidria), jugos pancreáticos o enzimas digestivas. “La disminución de la producción de ácido clorhídrico (HCL) en el estómago produce un aumento del pH estomacal y puede dar lugar a la aparición de náuseas, hinchazón, eructos, molestia abdominal y deficiencias nutricionales”, según Ángel Soriano.
  2. La disminución del complejo migratorio motor (CMM). Suelen ser personas con estreñimiento crónico o tránsito lento.
  3. El consumo frecuente de fármacos como antiácidos, los mal llamados protectores del estómago (IBP), antibióticos, hormonas, anticonceptivos orales y narcóticos.
  4. Sufrir infecciones gastrointestinales como gastroenteritis aguda o infección por helicobacter pylori (una bacteria que convive con nosotros).
  5. Seguir malos hábitos de vida, como hacer una dieta rica en alimentos ultraprocesados, grasas, azúcares, exceso de sal y proteína animal, consumir alcohol y fumar, y llevar una alimentación pobre en antioxidantes y fibra. También influye vivir en un ambiente contaminado y/o padecer mucho estrés.
  6. Tener obesidad o sobrepeso.
  7. Sufrir trastornos hormonales como hipotiroidismo o diabetes.

Relación entre disbiosis e intestino permeable

Pues podríamos decir que el uno no podría existir sin el otro. Existen pruebas de que la permeabilidad intestinal es consecuencia de la disbiosis, tal como explica Ángel Soriano:

“El síndrome de intestino permeable es consecuencia de la disbiosis y responsable de los síntomas extradigestivos”, asegura el experto. ¿La explicación? “Los fragmentos de proteínas, toxinas, gluten y otras sustancias se van a colar por los agujeros del intestino llegando a la sangre y obligando al sistema inmunológico a atacar, produciendo reacciones en otras partes del cuerpo, como por ejemplo cefaleas, migrañas, inflamación articular, eccema, prurito y acné”.

Síntomas de la disbiosis intestinal

Hay ciertos signos que pueden delatar que estás sufriendo una disbiosis intestinal. Claro, sentir alguno o varios de ellos, no significa que puedas autodiagnosticarte disbiosis intestinal, sino que deberás acudir al médico para que te haga una valoración.

No obstante, presta atención a estos síntomas de la disbiosis intestinal:

Hinchazón de vientre

Ángel Soriano vuelve a darnos una explicación convincente:

“El síntoma más característico de la disbiosis intestinal es la hinchazón de vientre a medida que va pasando el día llegando a tener una auténtica barriga de embarazada, debido a que los gases se están produciendo en el intestino delgado y se van acumulando. Durante la noche estos gases son reabsorbidos, por lo que por la mañana el vientre está completamente plano, pero vuelve a hincharse a medida que se va comiendo a lo largo del día”.

Otros síntomas digestivos

Otros síntomas digestivos que nos pueden hacer sospechar de sufrir disbiosis intestinal pueden ser estreñimiento o diarrea, digestión lenta o pesada, sensación de que ciertos alimentos sientan mal, tendencia a alergias alimentarias, hinchazón intestinal, distensión abdominal, dolor abdominal, vómitos, acidez, ardor y reflujo.

Aunque los síntomas de la disbiosis son fácilmente reconocibles, es necesario acudir al médico para un diagnóstico preciso.

Síntomas extradigestivos

También nuestro cuerpo puede tener síntomas no relacionados con el intestino como dolor de cabeza, niebla mental, náuseas, pérdida de memoria, estados de ánimo bajos, cansancio, ansiedad, debilidad, dolor articular, lumbar o muscular, rosácea, eccemas, acné, picores, cistitis, pérdida de peso, trastornos genitales y de la menstruación.

Diagnóstico de la disbiosis

Hay dos formas de detectar la disbiosis intestinal:

Test de microbiota intestinal

“Mediante una muestra de heces se ven todos los microorganismos con nombre y apellido que viven en el intestino del paciente. Además de detectarse claramente cuál o cuáles están en sobrecrecimiento”, explica el dietista nutricionista Soriano.

Hay varios laboratorios dedicados a ello que te envían a casa un kit para que tomes una muestra de heces que luego recoge su propio servicio de mensajería.

Los resultados suelen estar disponibles en 10 o 15 días y la prueba cuesta aproximadamente 380 €.

Test de aliento

Es una prueba indirecta que consiste en tomarse un sobre con glucosa o lactulosa y después soplar en unos tubitos para recoger muestras de aire espirado cada 15 minutos durante tres horas.

“Una máquina analiza estos gases y, según las concentraciones de hidrógeno o metano en cada muestra, se puede ver en qué parte del intestino hay sobrecrecimiento bacteriano”, explica Ángel Soriano.

Según este experto, hay síntomas asociados a los niveles de hidrógeno y metano, que también delatan la disbiosis: “en el caso de positivo en hidrógeno suele haber diarrea, y en el caso de metano suele haber estreñimiento.”

Asegúrate de que las pruebas de aliento se hacen mínimo a dos gases, hidrógeno y metano, porque con estos dos se puede sacar el tercer SIBO, el de sulfuro de hidrógeno, de forma indirecta. Si se hace el test con un solo gas, el diagnóstico se queda a medias, o mejor dicho a 1/3, ya que se están dejando de medir otros dos gases.

 “Los test de aliento también se hacen en algunos hospitales de la Seguridad Social, aunque actualmente no se están haciendo debido a las medidas de seguridad por COVID”, advierte Ángel Soriano.

¿Dónde encuentras estos tests? Estas pruebas se suelen prescribir en consultas privadas de especialistas en aparato digestivo o por nutricionistas especializados.

Desafortunadamente hay pocos profesionales en España que conozcan bien el tema. “Yo mismo llevo cuatro años exclusivamente dedicado a esto del SIBO y no paro de formarme y actualizarme, pero entre los médicos este sigue siendo un tema desconocido”, reconoce el dietista nutricionista de Doctoralia.

Tratamientos de la disbiosis intestinal

Prevención de la disbiosis intestinal

Para prevenir la disbiosis hay que evitar todos los posibles factores desencadenantes y esto pasa por “reducir al máximo la exposición a las toxinas ANACQ (alcohol, nicotina, azúcar, cafeína y químicos ambientales), evitar los alimentos procesados, que siempre contienen más aditivos. También el exceso de azúcar, los azúcares ocultos y los hidratos de carbono refinados, que favorecen la formación de productos avanzados de glicación (PAG o AGE), que son los responsables de activar la inflamación. Sin olvidar limitar el consumo de grasas saturadas y trans, apunta Amil López, doctora en farmacia, nutricionista y autora de La Dieta Coherente.

Algunos medicamentos ‘protectores’ provocan disbiosis intestinal.

Por su parte, el dietista nutricionista Ángel Soriano añade: “evitar el consumo prolongado de inhibidores de la bomba de protones, como Omeprazol, y el abuso de medicamentos en general, el estreñimiento, y la dispepsia y la hipoclorhidria tomando enzimas digestivas. Algo más; hay que aprender a gestionar el estrés con técnicas de relajación, deporte o mindfulness”.

Y una vez más, la alimentación juega un papel fundamental, también en la prevención de la disbiosis, como es la dieta SIBO.

Tal y como nos comenta Amil López, debes consumir:

Abundantes polifenoles

Los antioxidantes activan los genes que favorecen la resolución de la inflamación. “En concreto, los polifenoles de los frutos rojos activan el factor de transcripción de genes PPAR que inhibe la activación del NFkB y reducen la formación de PGA o AGE (productos de glicosilación avanzada)”, describe la doctora López.

Los polifenoles son potentes antioxidantes que ayudan a vencer la superproducción de bacterias que provoca la disbiosis.

Se necesitan alta dosis de entre 500 y 1500 mg/día de antioxidantes para activar los factores de transcripción genéticos (NRF, PPAR y SIRT), por lo que suele ser necesaria la suplementación”, advierte López.  

Más vitamina C y beta-carotenos

Para regenerar los enterocitos (las células intestinales), y restaurar la función de absorción de los nutrientes contenidos en los alimentos por el intestino delgado, hay que consumir más alimentos ricos en vitamina C y en beta-caroteno (vegetales de color amarillo intenso, anaranjado o rojizo) que se transforma en vitamina A.

 “La glutamina, por ejemplo, es de gran ayuda. La dosis sería 5 g tres veces al día. Esto favorece la formación de los glucosaminoglicanos y la regeneración del moco”, según la Dra. López.

Que no te falte la fibra fermentable

Incluye en tu dieta fibra fermentable (verduras sin almidón) y almidón resistente (arroz frío, fécula de patata, yuca y plátano macho en tus ensaladas, sopas, caldos o green smoothies). ¿Por qué? “Porque su efecto prebiótico, aumenta la diversidad del microbiota intestinal y la integridad de la pared intestinal”, según López.

Bebe agua alcalina y sin cloro

El consumo de agua alcalina ayuda a equilibrar el pH intestinal, que tiende a ser ácido por la mala alimentación, el estrés y la exposición a toxinas ambientales.

Y algo más: aléjate de la contaminación

Aprovecha el fin de semana para salir al campo, escaparte a la playa o la montaña, lejos de la ciudad y de la contaminación dentro de casa, y dar paseos en ambientes puros.

La alimentación no es suficiente como tratamiento de la disbiosis intestinal, es necesario evitar el estrés y la contaminación presente en las ciudades.

Y, en general, evita entornos con mucha contaminación electromagnética. “No duermas con el móvil en la mesilla y apaga la wifi por la noche”, recomienda Amil López.

Tratamiento de  la disbiosis intestinal

Sí hay un tratamiento de la disbiosis intestinal y tiene varias fases:

Tomar antibióticos y hacer dieta

Lo primero es matar o reducir la población de bacterias en sobrecrecimiento. “Esto se hce con antibióticos que pueden ser farmacológicos o herbáceos. Además, debe ir acompañado de una dieta baja en fibra fermentable o dieta LOW FODMAP”, aconseja Soriano.

Te sonará a chino, pero las siglas FODMAP (fermentable, oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polialcoholes) hacen referencia a azúcares. “Son azúcares que no se pueden absorber correctamente en el intestino delgado y que fermentan en el intestino grueso por acción de las bacterias presentes”, explica Ángela Quintas, química, máster en Dietética y Nutrición Humana, y autora de ‘El Secreto de la Buena Digestión’ (Planeta).

El tratamiento de la disbiosis intestinal se basa sobre todo en una alimentación equilibrada.

Dieta LOW FODMAP

Lo primero es eliminar los azúcares que están perjudicando a nuestra barrera intestinal para luego ir reintroduciéndolos poco a poco. Ángela Quintas la recomienda en tres fases:

Fase 1: Exclusión de alimentos

Esta fase tiene una duración de entre seis y ocho semanas y es muy restrictiva. “No debe prolongarse más porque puede producir déficit de algunas vitaminas y minerales”, advierte la experta.

Principalmente se evita el consumo de frutas (manzana, pera, cerezas, moras, ciruela, albaricoque, sandía y mango), verduras (col, coliflor, brócoli, alcachofa, ajo, cebolla, chalota, pimiento y guisantes) y cereales (alimentos ricos en gluten, fibra y FODMAP).

Y también el de algunos lácteos (leches de vaca, oveja y cabra, helado, postres lácteos, queso fresco y yogur), frutos secos (pistachos y anacardos), bebidas (sirope, agua con gas, café y achicoria soluble) y dulces (chicles y miel).

Fase 2: Reintroducción de alimentos

Una vez que han desaparecido los síntomas de la disbiosis intestinal se pueden volver a introducir los alimentos poco a poco: “comenzando por aquellos que tienen una menor concentración de FODMAP, a razón de un alimento al día. Así se puede establecer el límite de tolerancia de cada persona a este tipo de azúcares”, explica Quintas.

Fase 3: Mantenimiento

En este momento hay que establecer una dieta personalizada “en la que nos aseguraremos de que no hay ningún déficit nutricional”, apunta la experta.

Consumir probióticos y prebióticos

“Después es necesario regenerar la mucosa intestinal y reparar el síndrome de intestino permeable y, al mismo tiempo que se va normalizando la dieta, se debe hacer una siembra de probióticos adecuados para restablecer el equilibrio de la microbiota balanceándola a positiva con las cepas o especies que queramos tener”, apunta el dietista nutricionista de Doctoralia.

Ángela Quintas también suma los prebióticos. “Es misión tanto de los probióticos como de los prebióticos conseguir un microbiota correcto y una barrera intestinal en perfectas condiciones”.

  • Prebióticos: cebolla, plátano, espárragos, ajo, puerro, alcachofa, trigo integral, tomate, aceite de oliva virgen extra, espinacas, remolacha y queso de cabra.
  • Probióticos: chocolate negro, chucrut, kéfir, kimchi, microalgas, vinagre de manzana, miso, té kombucha, tempeh y yogur.

Como ves, una vez más la alimentación nos ayuda a vencer afecciones que pueden provocarnos problemas graves de salud.

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